Lamentablemente, después que suceden hechos tan trágicos como este, la sociedad tiende a indagar a la víctima o a cuestionar su accionar. Se discutirá si conocía o no al agresor, y se realizarán miles de suposiciones sobre si charló voluntariamente con él o no.

Pero a quien realmente se debe indagar es al victimario. Nunca una mujer avala hechos de violencia; por eso es necesario desmitificar a la víctima. Cuando hablamos de los riesgos que asumió, nos olvidamos del homicida.

Todas estas situaciones forman parte de la violencia de género. Si echamos luz sobre las conductas de las víctimas, pasamos en alto las conductas de hombres que son capaces de matar a una mujer, independientemente del vínculo. Y lo primero que suele hacer la Justicia al investigar estos casos, es buscar por el lado de la víctima.

Hay muchos delitos sexuales que recién ahora están adquiriendo la dimensión que deberían. Desde los arrebatos sexuales que se producen en las calles o en los colectivos. Pero estos no están socializados. Si a los niños se les hablara de estos problemas, o lo que estas situaciones podrían generar, se podría prevenir, pero no hay una barrera que nos indique el peligro.

Y entre esas barreras que deben crearse, están las que necesitan las adolescentes para enfrentar los problemas de índole sexual que se les presentan. Así, se crean medidas de autoprotección que les permiten medir y cuantificar los eventuales riesgos a los que se someten.

Si a todas estas situaciones les sumamos el consumo de distintas sustancias, legales o ilegales, por parte de los adolescentes, encontramos un cóctel que vuelve peligrosa la noche. Esto que parece tan trillado, no se aplica. Y al terminar la noche inconscientes, no pueden detectar las verdaderas intenciones del eventual interlocutor que tengan al frente; no se somete a ningún tipo de análisis las invitaciones de desconocidos. Son las medidas de autoprotección, que se desactivan.

Pero de todas maneras, todos estos riesgos que las adolescentes toman en la noche, no deben confundirse con el dato más relevante: ninguna mujer acepta ser víctima de violencia, y en este caso, hay un hombre que la mató.